Novena a ntra. sra. del rosario
(Novena preparada por la Archicofradía del Rosario de Salamanca
con textos del
Bto. Juan Pablo II para las
meditaciones de cada día)
oración para todos los
días
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios,
Señora del Rosario; escucha las súplicas que te dirigimos en nuestras
necesidades, y líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
Pídase la
gracia que se desea alcanzar
(Tres
avemarías)
Oración Final para todos
los días
Oh Dios, cuyo Unigénito con su vida, muerte y
resurrección nos ha merecido el premio de la salvación eterna, concédenos, te
suplicamos, que meditando los misterios del Rosario de la Santísima Virgen
María, imitemos los ejemplos que contienen y consigamos los bienes que
prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Meditación para cada día
de la novena
Día primero:
Un
rostro brillante como el sol.
«Y
se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol». La
escena evangélica de la transfiguración de Cristo, puede ser considerada como icono
de la contemplación cristiana. Fijar los ojos en el rostro de Cristo,
descubrir su misterio en el camino ordinario y doloroso de su humanidad, hasta
percibir su fulgor divino manifestado definitivamente en el Resucitado
glorificado a la derecha del Padre, es la tarea de todos los discípulos de
Cristo; por lo tanto, es también la nuestra. Contemplando este rostro nos
disponemos a acoger el misterio de la vida trinitaria, para experimentar de
nuevo el amor del Padre y gozar de la alegría del Espíritu Santo. Se realiza
así también en nosotros la palabra de san Pablo: «Reflejamos como en un espejo
la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más:
así es como actúa el Señor, que es Espíritu»
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día segundo:
María modelo de contemplación.
La mirada de
María, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de su Hijo.
Será a veces una mirada interrogadora, como en el episodio de su
extravío en el templo: « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? » Será en todo caso
una mirada penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta
percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná;
otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde
todavía será, en cierto sentido, la mirada de la 'parturienta', ya que María no
se limitará a compartir la pasión y la muerte del Unigénito, sino que acogerá
al nuevo hijo en el discípulo predilecto confiado a Ella. En la mañana de
Pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y, por
fin, una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de
Pentecostés.
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día tercero:
Los recuerdos de María.
María vive
mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: « Guardaba todas
estas cosas, y las meditaba en su corazón ». Los recuerdos de Jesús, impresos
en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el
pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos
recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha
recitado constantemente en los días de su vida terrenal. Y también ahora, entre
los cantos de alegría de la Jerusalén celestial, permanecen intactos los
motivos de su acción de gracias y su alabanza. Ellos inspiran su materna
solicitud hacia la Iglesia peregrina, en la que sigue desarrollando la trama de
su 'papel' de evangelizadora. María propone continuamente a los creyentes
los 'misterios' de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para que
puedan derramar toda su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la
comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María.
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día cuarto:
El Rosario, oración contemplativa.
El Rosario, a
partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente
contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo
VI: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el
peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la
advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los
paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad". Por su
naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso,
que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor,
vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que
desvelen su insondable riqueza».
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día quinto:
Recordar a Cristo con María.
La
contemplación de María es ante todo un recordar. Conviene sin embargo
entender esta palabra en el sentido bíblico de la memoria, que actualiza las
obras realizadas por Dios en la historia de la salvación. Esta actualización se
realiza en particular en la Liturgia; pero la vida espiritual « no se agota
sólo con la participación en la sagrada Liturgia. El cristiano, llamado a orar
en común, debe no obstante, entrar también en su interior para orar al Padre,
que ve en lo escondido; más aún: según enseña S. Pablo, debe orar sin
interrupción ». El Rosario, con su carácter específico, pertenece a este
variado panorama de la oración 'incesante', y si la Liturgia, acción de Cristo
y de la Iglesia, es acción salvífica por excelencia, el Rosario, en
cuanto meditación sobre Cristo con María, es contemplación saludable. En
efecto, penetrando, de misterio en misterio, en la vida del Redentor, hace que
cuanto Él ha realizado y la Liturgia actualiza sea asimilado profundamente y
forje la propia existencia.
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día sexto:
Comprender a Cristo desde María.
Cristo es el
Maestro por excelencia. Pero no se trata sólo de comprender las cosas que Él ha
enseñado, sino de 'comprenderle a Él'. Para ello, ¿qué maestra más experta
que María? Si en el ámbito divino el Espíritu Santo es el Maestro interior que
nos lleva a la plena verdad de Cristo, entre las criaturas nadie mejor que Ella
conoce a Cristo, nadie como su Madre puede introducirnos en un conocimiento
profundo de su misterio. Una escuela, la de María, mucho más eficaz, si se
piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y
proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella «peregrinación de la
fe», en la cual es maestra incomparable.
Ante cada misterio del Hijo, Ella nos invita, como en su Anunciación, a
presentar con humildad los interrogantes que conducen a la luz, para concluir
siempre con la obediencia de la fe: « He aquí la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra ».
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día séptimo:
Configurarse a Cristo con María.
El Rosario nos
transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir el crecimiento humano
de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite educarnos y modelarnos con la
misma diligencia, hasta que Cristo «sea formado» plenamente en nosotros. Esta
acción de María, basada totalmente en la de Cristo y subordinada radicalmente a
ella, «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los
creyentes con Cristo». Siendo María, entre todas las criaturas, la más conforme
a Jesucristo, se sigue que, de todas las devociones, la que más consagra y
conforma un alma a Jesucristo es la devoción a María, su Santísima Madre, y que
cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a
Jesucristo». De verdad, en el Rosario el camino de Cristo y el de María se
encuentran profundamente unidos. ¡María no vive más que en Cristo y en función
de Cristo!
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día octavo:
Rogar a Cristo con María.
El Rosario es a
la vez meditación y súplica. La plegaria insistente a la Madre de Dios se apoya
en la confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón del
Hijo. Ella es «omnipotente por gracia», como, con audaz expresión que debe
entenderse bien, dijo en su Súplica a la Virgen el Beato Bartolomé
Longo. Basada en el Evangelio, ésta es una certeza que se ha ido consolidando
por experiencia propia en el pueblo cristiano. El eminente poeta Dante la
interpreta estupendamente, siguiendo a san Bernardo, cuando canta: «Mujer, eres
tan grande y tanto vales, que quien desea una gracia y no recurre a ti, quiere
que su deseo vuele sin alas». En el Rosario, mientras suplicamos a María,
templo del Espíritu Santo, Ella intercede por nosotros ante el Padre que la ha
llenado de gracia y ante el Hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por
nosotros.
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Día Noveno:
Anunciar a Cristo con María.
El Rosario es
también un itinerario de anuncio y de profundización, en el que el
misterio de Cristo es presentado continuamente en los diversos aspectos de la
experiencia cristiana. La Virgen del Rosario continúa su obra de anunciar a
Cristo. La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada
especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a causa
de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no
volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe de quienes nos han
precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso
importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador.
(Rezo del santo Rosario. Misterios
correspondientes al día.
Se termina con la oración final para todos los días
seguido del himno del Rosario)
Himno Oficial
De Ntra. Sra. del
Rosario
Cantemos, Señora,
tu dulce regalo
guirnalda de lirios
del jardín de Dios. (bis)
¡Virgen del Rosario!
i Reina de los mares
y las tierras todas
que ilumina el
Sol!
Oración de amores,
cadena de flores
con que el mundo ciñes
a tu corazón.
Salterio de
rosas
que un ángel
cantara,
eso es tu
Rosario:
perfume y amor.
Cantemos, Señora,
tu dulce regalo
guirnalda de lirios
del jardín de Dios. (bis)